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La Cooperative Heiveld es el primer ejemplo exitoso de un negocio de exportación en manos de propietarios negros en toda la región de Cedarberg. La cooperativa, un grupo de pequeños productores que cultivan Rooibos y té salvaje, comenzó su trabajo de forma no oficial en el año 2000 sin nada entre las manos.
ORGANIZACIÓN: Cooperativa
CERTIFICACIONES:
— FLO
— Naturland Fair (Certificación Estándares Sociales)
La región Cedarberg, que se sitúa a 400 km al norte de Cape Town, es seca, arenosa y pedregosa. La primera impresión del visitante es que no puede crecer nada de valor en este clima. Pero este suelo, aparentemente tan infértil, es la tierra natal de una de las clases de té más apreciada del mundo: el té Rooibos, o té rojo.
Rooibos es la sangre de la gente de esta zona árida. La producción de Rooibos es, junto con la ganadería extensiva de ovejas y cabras, la única actividad económica de la región. Pero no todo el mundo se beneficia por igual de la producción de esta preciosa bebida.
Durante décadas, la mayoría de la población ha sido discriminada y excluida. Los problemas sociales que causó el sistema del Apartheid aún permanecen. Aunque algunos negros tenían pequeñas granjas en propiedad, su única opción para conseguir ingresos estables seguía siendo la de trabajar como mano de obra barata en las granjas de los blancos.
Durante el régimen del Apartheid, a los negros les estaba prohibido organizarse en cooperativas y no tenían acceso al mercado para vender sus pequeñas cantidades de productos. E, incluso después de la abolición del Apartheid y de las primeras elecciones democráticas en 1994, muchos pequeños productores negros de Sudáfrica no tenían acceso directo al mercado y debían vender su té con malas condiciones a los intermediarios blancos. Muchos de ellos no disponían de licencia de exportación o carecían de la maquinaria necesaria para la producción de té.
La Cooperative Heiveld es el primer ejemplo exitoso de un negocio de exportación en manos de propietarios negros en toda la región de Cedarberg. La cooperativa, un grupo de pequeños productores que cultivan Rooibos y té salvaje, comenzó su trabajo de forma no oficial en el año 2000 sin nada entre las manos.
Los 14 miembros fundadores tan sólo contaban con su propio entusiasmo y el apoyo de dos ONGs.
Logros
Teniendo en cuenta que la cooperativa Heiveld comenzó tan pequeña, en los 10 años primeros años consiguió muchísimo. Poco después de la fundación ya se veían los primeros resultados positivos.
Las mujeres comenzaron a trabajar pequeñas parcelas y a ganar dinero propio. Un grupo de ellas fundó una iniciativa para coser pequeños sacos de algodón para la venta del té en Sudáfrica y Europa. Y, por primera vez, los propios agricultores y sus familiares asumieron las tareas de gestión, recibiendo formación en contabilidad, procesamiento electrónico de datos y otras áreas.
Las cosas iban bien, pero Heiveld quería lograr un mejor acceso al mercado internacional. La cuestión era cómo. La certificación de Comercio Justo era la respuesta.
Los miembros de la cooperativa participaron en un proceso de consulta para averiguar si era o no provechosa la entrada al sistema de FLO y las reacciones fueron muy positivas. "Cuando FLO puso los estándares para Rooibus en el 2003, los aplicamos de inmediato para el registro y la certificación", explica Hendrik Hesselman, el presidente de la cooperativa.
Unos meses más tarde, Heiveld recibió la certificación por parte de FLO. El impacto económico del marketing de Comercio Justo fue muy significativo. Vendiendo el Rooibus a importadoras de Comercio Justo, los ingresos de los agricultores se triplicaron de un euro por kilo a tres euros. Y cuando Heiveld fue víctima de una mala cosecha en el 2005, la cooperativa recibió un precio aún más alto (5,80 €) para compensar las pérdidas.
"La diferencia con cuando vendíamos a los agricultores grandes es enorme. Antes no había una relación entre vendedor y comprador, sino que el comprador simplemente pagaba lo que se le antojaba, no tenía relación con nuestro nivel de vida. Esto con el Comercio Justo se cambia", explica Lionel Louw, miembro de la dirección de Heiveld Cooperative.
Desde el principio había otro objetivo principal, aparte de mejorar el nivel de vida de los agricultores: hacer a los pequeños productores independientes de los intermediarios y de los granjeros blancos de la zona.
Esto fue posible gracias a la prima de Comercio Justo. La cooperativa pudo comprar su propia maquinaria para el procesamiento del té, como por ejemplo una máquina cortadora de té, y ya no tenía que utilizar los recursos de otras granjas.
El último paso fue la construcción de un patio de té propio. El patio de té es el primer sitio al que se llevan las hojas de té tras su cosecha para el corte, la fermentación y el secado. "En las primeras cinco cosechas después de la fundación de la cooperativa, alquilamos el patio de una plantación comercial grande. Pero el acceso al patio no estaba asegurado y el dueño sólo quería un contrato a corto plazo", explica Barry Koopman de Heiveld. Por ello, la cooperativa juntó los ahorros de los ingresos de la prima de Comercio Justo, compro el terreno a uno de los miembros y se puso manos a la obra. "El hecho de tener un patio de té libró a Heiveld de la dependencia y nos puso en condiciones de comenzar con la creación de las infraestructuras necesarias para mantener los estándares altos que hemos establecido para nuestro producto. Además, contribuyó mucho al orgullo que los socios miembros sienten por su organización", dice Barry.
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